La telemedicina (TM) puede definirse como el empleo de la tecnología de la telecomunicación para ofrecer un servicio médico. La TM ha experimentado un desarrollo paralelo al de Internet, y por tanto se ha visto favorecida por el abaratamiento del coste tecnológico y el interés de la sociedad por todo lo relacionado con la red.
Las posibilidades asistenciales, científicas, docentes y de gestión de la TM crecen día a día, de manera que ya no podemos prescindir de ella en nuestra práctica cotidiana. No vamos a hablar aquí de la TM docente (este curso es suficiente muestra de su validez) ni la TM de gestión, totalmente integrada en los centros sanitarios a través de la cita telefónica previa, las agendas de citaciones, los consumos farmacéuticos, etc.
LA TELEMEDICINA ASISTENCIAL.
En realidad, la TM asistencial no es un acto médico nuevo, puesto que todos los médicos hemos utilizado alguna vez la teleconferencia por vía telefónica durante una guardia, para resolver dudas diagnósticas con algún colega residente en otra ciudad e incluso para solucionar problemas familiares. Es la introducción de las imágenes y la generalización de la oferta a la sociedad lo que es algo novedoso.
Como ocurre con todas las técnicas de reciente introducción, existe una importante controversia acerca de la conveniencia del empleo de la TM asistencial. Las situaciones en las que la TM es útil son muchas, sin que ello suponga la sustitución del médico por Internet y los ordenadores
LA TELEMEDICINA CON IMÁGENES puede hacerse de dos formas: en diferido (store and forward) o en tiempo real (videoconferencia). Ambos sistemas son útiles y tienen ventajas e inconvenientes.
¿CUÁL ES LA VALIDEZ REAL DE LA TM?. Es decir, ¿la podemos emplear con la suficiente garantía científica?. ¿Cuáles son sus desventajas?. Los problemas fundamentales que se plantean son la eficiencia asistencial, la satisfacción subjetiva de los usuarios después del acto médico y si la relación coste-efectividad justifica la inversión económica.
La fiabilidad diagnóstica hace referencia a la concordancia entre el diagnóstico realizado a través de la TM y el obtenido por medio de la consulta presencial.
Se han hecho estudios interobservacionales (el especialista de TM y el que hace la visita presencial no son la misma persona) e intraobservacionales (el especialista hace el diagnóstico primero por TM y luego trata de confirmarlo por medio de la entrevista clínica convencional), y los resultados arrojan una concordancia muy variable (0,5 a 0,9). Ahora bien, la visita clínica convencional también arroja diagnósticos enormemente dispares cuando se estudia la concordancia diagnóstica entre dos médicos.
El acierto diagnóstico se refiere a la concordancia entre el diagnóstico realizado a través de la TM y el verdadero diagnóstico. El problema es encontrar un gold standard para definir qué es "verdadero diagnóstico". El estudio histológico proveería una buena correlación, pero no siempre está indicada (hay patologías no biopsiables) y ni siquiera existe una concordancia total en los resultados anatomopatológicos en muchas ocasiones. Otro sistema sería un seguimiento continuado para tratar de confirmar el diagnóstico inicial, pero también presenta evidentes dificultades asistenciales.
El número de estudios que confirman la validez diagnóstica de la TM es creciente, máxime considerando que nadie niega que existen unas limitaciones prácticas evidentes.
TELE-ESPECIALIDADES
La TM se ha empleado en Psiquiatría, Cardiología (donde la videoconferencia puede facilitar las pruebas cardiológicas y las constantes vitales en tiempo real), Radiología, Dermatología y Anatomía Patológica, entre otras. Estas dos últimas especialidades se complementan extraordinariamente y son objeto de un nuevo foro en Uninet.
En general, cualquier especialidad cuyas exploraciones complementarias se puedan reflejar sobre el papel o a través de imágenes son subsidiarias de la TM.
UTILIDAD DE LA TELEMEDICINA
La utilidad práctica de la TM es muy diversa. Permite la accesibilidad de la atención sanitaria a poblaciones concretas cuando los pacientes son difícilmente trasladables al centro de referencia (reclusos, militares en misiones especiales, expediciones científicas o deportivas, trabajadores desplazados, enfermos inválidos, etc) o cuando no existe posibilidad real de una buena atención sanitaria (países en desarrollo, áreas rurales alejadas, zonas poco pobladas o con pocos médicos). Además, agiliza la asistencia al ahorrar desplazamientos (solicitud directa de estudios complementarios, programaciones quirúrgicas y de biopsia, evaluación de tratamientos iniciados), descongestiona la afluencia al centro de referencia (disminuye al 50% la asistencia al servicio de Urgencias), permite establecer la prioridad en la asistencia y mejora de la relación entre la medicina primaria y la especializada.
Quedan muchos asuntos pendientes de resolver, como el soporte legal de la actuación médica, la posible deshumanización de la asistencia, la dependencia de la asistencia técnica, los honorarios y la tan discutida disminución de puestos de trabajo presencial en los hospitales. En cualquier caso, la TM es una realidad que, queramos o no, tenemos que asumir aunque ello nos suponga un esfuerzo adaptativo. No es buena ni mala, todo depende del uso que se haga de ella.